Sin morirnos de amor

Que me ahogo que

no puedo respirar

y debo hacerlo al ritmo de tu pecho que se agolpa

y espiro en tu oreja y me voy de viaje a los huecos

de tus clavículas.

Un grito hondo por cada vez que,

como una rama seca, se nos partió el alma.

Elévanse los pájaros a una,

demuestra la pólvora su violencia natural.

Aquí nadie va a morir, pequeño,

calma,

que,

no nos vamos a morir de amor.

No vamos a enterrar a nadie porque,

hoy sales bien vivo y bien desayunado.

Despeinado calle abajo.

No enciendo velas ni rezo nunca, y nunca vi

santas ni santos

entre las piernas y brazos de mi cuerpo.

Bien sabemos arrancar un grito hondo

por cada vez que

se nos partió el alma.

Bien sé amarte y bien sabemos lamernos incluso a montañas

de distancia.

No pretendas que nadie muera de amor, porque la vida

tiene en la mano la victoria

de todas nuestras batallas.

Ni dioses ni diosas, ni santas ni santos,

ni muertas ni muertos

estan convocados a este vórtice cálido de luz.

Ven, pequeño, y

tras el fuego,

llévate en las manos unas brasas.

Que todo queda

y todo pasa.

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